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El ángel negro en la pintura

Punteria inflable - Hinchables deportivos

un coche de carreras es más bello que la Victoria de Samotracia,
hago Madrid-Zaragoza en primera, no hay cambio automático

no me importan los peraltes, ni la grasa que queda en el microondas,
sólo busco el camino a la gloria que me negaron en mi tierra
aunque tenga que aguantar el peso de las miradas en mi nuca
de los mañicos a judea sólo hay un par de copas
y del rojo al amarillo no hay más que cambios en matices de luz,
europa no se rinde
desconecta la radio de tu coche

Hectolitros de distancia

Era el final. Se tapó la cara con las manos, amasijo de hierros,
había conocido los gritos de Jeovah, la pulsión católica papal, la virgen en pilastra
un gesto muy humano, al fin y al cabo, pero un gesto inútil
la velocidad como una centramina natural
nadie en la pintura, nadie más alla de los seis veinticinco,
el rebote se te escapa de las manos, suena el final de la posesión
y todo termina en una cuneta.

Tel Aviv puede esperar

Estaría toda la tarde escuchándolo
el cuadro de la lluvia repicando mis fantasmas
ocho letras que nunca supe ordenar,
vestirme de rey mago en el zigurat de la epifanía
y buscar en las máquinas entretenimiento
la jukebox de la vida suena a Marvin Gaye
mientras leo a Apollinaire en un infecto tugurio,
el crujido de las ondas desde la base americana
y la novedad cateta en el color de la piel,
siempre seré fiel al calcetín blanco.

El tercer ángel